Por: Claudia Aceves
Sin duda reconocemos el “20 de noviembre” como una fecha importante y simbólica para nuestra nación, y aunque todos gozamos de un día de descanso, una buena comida y celebrar entre amigos o familia, no debemos dejar de lado aquello que sucedió y marcó esa época y la que seguiría.
Eduardo Galeano dice: “La historia es un profeta con la mirada hacia atrás: por lo que fue, y contra lo que fue, anuncia lo que será.”
Nos remontamos al fin del Porfiriato, una época distinguida por los avances tecnológicos, inversiones extranjeras y fuerza en el país, la clase alta contando con beneficios y el 80% de la población siendo analfabeta, uno de cada dos niños fallecieron y una desigualdad que a los ojos de Díaz era paz.
Francisco I Madero publica en 1908: La Sucesión Presidencial; y pensando que México estaba listo para la democracia lo invita a crear partidos políticos para poder, en un futuro, asegurar la paz.
Como todo asunto nacional Madero sabía que no sería fácil, y nos envolvemos en años de tratados, encarcelamientos, elecciones, liberaciones y finalmente las batallas que darían inicio a la Revolución.
No obstante, es tiempo de verlo con una perspectiva diferente, rompiendo los estereotipos o enseñanzas comunes: la historia no es formada por villanos o héroes. ¿Es acaso Díaz un dictador cruel que dañó al país? ¿Es Madero el que impulsó la Revolución para sacarnos de aquella desigualdad? ¿Qué es realmente la Revolución? Y, ¿Quién ganó finalmente? O más bien ¿Se ganó?
A diferencia de cuentos ficticios o fantasiosos las personas acerca de las que leemos no son completamente buenas o malas, están formadas por ambas cosas; Díaz no es un villano, y Madero no es un héroe. Ambos son esenciales y realmente importantes para el rumbo que México ha tomado, pero no debemos olvidar su esencia de persona. Quizás Díaz pensaba que su forma de gobernar era la única para poder mejorar el país, cosa que a pesar de todo, logró en ciertos ámbitos como lo fue en el económico; y tal vez las acciones de Madero y los demás revolucionarios fueron alentadas por ver la clase baja y sus dificultades de cada día.
La historia es algo muy complejo de entender, solemos olvidar que lo que leemos en diversos libros pasó realmente y que las personas que la forman eran iguales que nosotros, con dudas, miedos y errores; incluso olvidamos que de cierta manera nosotros estamos escribiendo la historia de mañana.
Quizás la mejor manera de comprenderlo es como menciona Daniel Cosío Villegas (1994) “La Revolución Mexicana es variable con el paso del tiempo y compleja en su organización y desarrollo. Surge como una protesta de tono eminentemente político frente al régimen porfiriano, pero quienes van participando en ella, quienes van haciéndola, le imprimen la huella de sus ideales, de sus intereses, de sus aspiraciones…”
¿No es acaso lo que estamos haciendo nosotros ahora?